viernes, 2 de enero de 2015

La muñeca


por Luciano Doti


Aquel verano, mi amigo Damián y yo deberíamos tener unos 12 años. Su hermano Pablo 9 ó 10, no recuerdo bien. La cuestión es que muchas veces pasábamos la tarde solos en su casa. Estábamos de vacaciones, y sus padres trabajaban.
Era una casa de dos plantas. Nosotros estábamos mayormente arriba, donde tocábamos la guitarra, o en la terraza, para observar el barrio y, tal vez, alguna chica.
Cuando queríamos cualquier cosa de abajo, generalmente le pedíamos a Pablo que la fuera a buscar.
La hora de la siesta era silenciosa, muy tranquila. En la Lomas del Mirador de esa época había menos autos y gente. La casa se mantenía oscura, ya que por el intenso sol se dejaban las persianas bajas. Silencio y oscuridad.
La madre de Damián tenía una muñeca que había conservado de su infancia. Era una linda muñeca; si uno la miraba fugazmente entre penumbras, podía pasar por una niña con una apariencia algo demodé. De hecho, ese look de niña antigua la hacía un tanto aterradora; eso y que daba la sensación que observara desde su taciturna quietud.
Una de esas tardes, Pablo bajó a buscar una bebida. Al regresar parecía un poco lívido y perturbado. Entregó la bebida a su hermano, pero éste la desaprobó:
Te pedí la otra.
Bueno, no sé, agarré ésta y subí... ahora sí, definitivamente parecía perturbado.
¿Por qué? ¿Qué pasa?
...
¿Qué?
La muñeca se movió.
Nos miramos con Damián y bajamos los tres de inmediato, entre intrigados y divertidos.
Al llegar al piso inferior, comenzamos a caminar despacio, y hablando poco y en voz baja. Pablo nos había contagiado algo de su temor.
Espiamos a la muñeca desde la puerta del ambiente en que se hallaba, como si se tratara de una persona real. La muñeca miraba para otro lado, no nos vio. Nos pareció obvio que no nos viera.
Fuimos a la cocina y agarramos la bebida que queríamos, dejando en su lugar la otra. Luego nos dirigimos arriba. Pero antes echamos otro vistazo a la muñeca. Nadie dijo nada y seguimos caminando, esta vez no tan despacio.
Creo que los tres habíamos visto lo mismo: en la segunda inspección, la muñeca miraba hacia la puerta, hacia nosotros.

9 comentarios:

  1. Es un buen comienzo para una historia inquietante.

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  2. Siempre odié esas muñecas y si ahora me dices esto, pues más. Muy bueno Luciano. Un abrazo

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  3. Brrrrrrrr... con tan breve texto, ya conseguiste inquietarnos.
    =(

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  4. Qué tendrán esas muñecas!!! solo con mirarlas notas sensaciones incómodas...
    me gusta. Suerte

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  5. Algo se movió en mi pecho al leer la última frase... Muy bueno. Un saludo.

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  6. Muy buena puesta en escena. Sé que por el concurso no lo desarrollaste más, pero me encantaría una versión extendida.

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  7. Inquietante relato, Luciano. Muy bien narrado. Me gustó mucho.
    Un saludo!

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  8. Saludos, buen relato, esas muñecas dan susto. Éxitos!

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  9. ¡¡Que miedo, tener una muñeca así!!
    Me ha encantado.
    Un gran abrazi.

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