por Luciano Doti
Estoy atrapado. El habitáculo que me contiene es estrecho y no tiene
aberturas; de hecho, me cuesta respirar. Para colmo, me encuentro
maniatado. De todas maneras, aunque pudiera zafar de mis ataduras, no
podría ir a ningún lado. Se me ocurre que estoy en un féretro. ¡Oh, no!
Mi peor pesadilla es realidad. Soy prisionero en un cajón de madera
reservado a quienes han cruzado el límite que nos separa de la
inmortalidad.
—¡Socorro! —No puedo hacer más que gritar, implorar ayuda. Me resulta
imposible golpear la madera; la mortaja es tan ajustada como abrigada—.
¡Socorro!
Despierto con Dexter encima; es un perro fiel que me oyó gritar y acudió
pronto. Tardo un instante en liberarme de la frazada que me tenía
amortajado.
Bien por el perro.
ResponderEliminarJajaja el fiel amigo al rescate.
ResponderEliminar¡Perra vida!
Un saludo
Menuda pesadilla.
ResponderEliminarUn saludo
Buff produce escalofríos imaginar esa pesadilla, ese terror que hemos visto o leído en películas y libros y que es de los peores horrores...enterrado en vida, que horror.Afortunadamente solo es el perro. Bendito perro.
ResponderEliminarSaludos..
Un escalofriante sueño, menos mal que llegó el perro a rescatarlo.
ResponderEliminarSaludos.
Enterrado vivo y por toda la eternidad, una pesadilla terrorífica con una atmósfera asfixiante muy lograda y un giro inesperado, recurrente y divertido, una pesadilla causada por la asfixia del amigo can. Muy bueno, Luciano.
ResponderEliminarSaludos, compañero.
me ha hecho sonreir
ResponderEliminaryo me puedo llegar a morir con un perro asi que horror
Muy bueno Luciano.
ResponderEliminarPor fortuna solo fue una pesadilla con un final feliz.
Un abrazo.
Buen micro, Luciano. Me desperó una sonrisa.
ResponderEliminarSaludos a Dexter.