por Luciano Doti
Hay una práctica adolescente que hace dilapidar vitalidad. Especialistas
advierten que produce fatiga crónica, incapacidad para concentrarse,
perdida de memoria y hasta se ve afectado el coeficiente intelectual...
Pablo no hizo caso a esas advertencias y continuó con su vicio. Era para
él la única manera de paliar las ganas de estar con una mujer.
Llegó el día en que conoció a una chica que estaba dispuesta a salir con él. A modo de romper el hielo, le preguntó:
—¿Qué es lo que más te gusta en un hombre?
—Su inteligencia —respondió ella, y Pablo no comprendió cómo podía decir
eso. De hecho, entender cualquier cosa ya se había convertido en ardua
tarea para él.
No encuentro relación entre esa práctica y la inteligencia, la capacidad de concentrarse. Me parece una leyenda urbana. ¿Quienes son esos especialistas?
ResponderEliminarLa capacidad de entender lo que ella dice debe tener otra causa. Como el asombro ante que ella aceptado salir con él.
Ohhh!!! Muy buena forma de verlo. No sé si eso repercute tanto en la inteligencia pero me encanta tu micro. Me hizo sonreír y también sentí pena por el prota. Un abrazo
ResponderEliminarJajajaj, muy bueno.
ResponderEliminarUna duda, de la vista estaba bien? ;-)
Saludos, oh, muy creativo tu relato. Al parecer Pablo era ya un adicto .-). Éxitos!
ResponderEliminarja ja ja.
ResponderEliminarNo he podido evitar reírme.
Un gran abrazo.
Simpático, probablemente él mismo se lo había creído y hasta notaba los síntomas!
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