por Luciano Doti
La literatura funciona muchas veces como máquina del tiempo.
Uno puede evocar en letras aquello que quedó grabado en la memoria. También las
ciencias duras buscan crear la tecnología que nos transporte a otro espacio
temporal.
Un científico habla en la TV, dice que el cuerpo debe convertirse en energía
para viajar en el tiempo. Busca voluntarios; da un teléfono.
Me ofrezco como voluntario.
Me convoca. Le pido viajar a ese momento de mi vida que
quedó en mi memoria. Entro en la máquina. La fuerza centrípeta me chupa, soy
enviado a un túnel, la velocidad es imposible de describir, siento que me
desintegro.
Por fin vuelvo a experimentar la sensación de estar calmo y
corpóreo. Abro los ojos: estoy en mi cama.
Voy a tener que conformarme con sólo escribir sobre aquel
momento pasado.
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