El relato de este jueves lo convoca Charo, y el tema elegido es Los 7 pecados capitales, en base a una obra del pintor holandés El Bosco.
Yo participo con una microficción escrita "a cuatro manos" con +Ada Inés Lerner titulada El Purgatorio, la cual hace mención a la Divina Comedia, de Dante.
El Purgatorio
por Ada Inés Lerner & Luciano Doti
El Purgatorio
por Ada Inés Lerner & Luciano Doti
Alejado del grupo de condenados, Teófilo B. cuya identidad no volveremos
a mencionar, se acodó en la baranda mientras miraba las riberas
opuestas. Era inconsciente de que, por su soberbia, iba a ser trasladado
hacia el AntePurgatorio en cuya puerta se encuentra Catón. "¿Qué hago
si el lanchero me deja en otra puerta, si se equivoca? Yo no sé cómo
reconocerla". Era un recién llegado a la región junto con otras gentes,
algunas groseras y mal vestidas, todas al igual que él aguardando su
sino.
Tras esperar un rato, abordó la lancha que lo conduciría a la puerta
correcta, la que tenía que ser, la misma que merecían esas gentes que un
momento antes su soberbia le había hecho juzgar groseras y mal
vestidas.
Dios no juega dados y nadie escapa a su destino. Ahora era consciente de eso.
Además, un lanchero tan avezado como ése jamás comete errores.
Tanto criticar al resto y el iba incluido en el mismo saco... en el de los soberbios... ese pecado no entiende de ropas o educación... Cada pecado tenía su castigo, su lugar... Me gustó la Divina Comedia... Me ha gustado tu forma de abordar el tema de este jueves...
ResponderEliminarBesines...
Muy bueno, tuvo su merecida recompensa :)
ResponderEliminarParece que Dios pone a cada uno en su lugar.
Muchos besos
La Soberbia quizás sea una de los pecados más odiosos junto a la envidia, así es que a cumplir con el castigo.
ResponderEliminarLa Soberbia quizás sea una de los pecados más odiosos junto a la envidia, así es que a cumplir con el castigo.
ResponderEliminarY bien merecido el castigo, la soberbia es asquerosa. Por suerte siempre terminan convirtiéndose en lo que tanto critican.
ResponderEliminarUn abrazo.
La soberbia no les hace reconocer la naturaleza de sus propios pecados. Así de retorcida es su naturaleza
ResponderEliminar=)
Hay ironía en el castigo.
ResponderEliminarTu dominio de los relatos de pequeño formato se traduce en un placer para el lector, avezado o desprevenido. Gracias por tanto enseñaje, Luciano.
ResponderEliminarEn este caso es compartido con vos, Ada.
EliminarTal es el poder de la soberbia que posee tu personaje que no lo hace caer en cuenta que es el mismo jugo del pecado. Magnifico relato.
ResponderEliminarBesos
Me gustaría creer que eso es verdad, que cada persona encuentra su justo castigo por lo que ha hecho en esta vida...por desgracia no creo que sea así.
ResponderEliminarMuy buen relato!
Muchas gracias por participar
Un beso
Curiosa la manera en la que enlazas con el tema...casi de soslayo y a través de una puerta que podía no ser la correcta. El tema de las puertas siempre da para mucho.
ResponderEliminarMe ha gustado
Un abrazo
Me ha gustado vuestro relato, al final acabó donde debía.
ResponderEliminarUn saludo.
No diría corto sino "contundente". La soberbia siempre se paga, destino o karma, como sea que se quiera llamarlo, pero vuelve, y por donde más duele.
ResponderEliminarUn beso.
El problema de los soberbios es que la mayoría de ellos no se reconocen como tales.
ResponderEliminarSoy pesimista en cuanto a pensar que esos pecados acaben pagándose por aquellos que los cometen.
Un abrazo.